Durante el invierno se incrementan las enfermedades respiratorias; los grupos más vulnerables son las niñas y los niños, las y los enfermos crónicos, las mujeres embarazadas, así como las personas adultas mayores. Además, los eventos climatológicos como las granizadas, nevadas, heladas y vientos fuertes pueden ocasionar afectaciones que se ven acentuadas por las condiciones socioeconómicas de la población. El mayor impacto de las bajas temperaturas ocurre de noviembre a enero.
En las zonas de mayor elevación con respecto al nivel del mar, se localizan las comunidades que se vuelven vulnerables en esta temporada, tanto por el tipo de construcción de sus viviendas y nivel socioeconómico, además de que son lugares donde estadísticamente se presenta la mayor vulnerabilidad a los efectos de los fenómenos climáticos.
Así mismo, en esta temporada hay más probabilidades de intoxicación con el monóxido de carbono que se produce con el uso de estufas y braseros en lugares cerrados. El monóxido de carbono puede provocar dolor de cabeza, mareos, pérdida de conocimiento y vómito; dejar secuelas neurológicas permanentes y ocasionar la muerte.